De Haydée Coriat*
La Dra. Lydia Coriat era mi mamá.
Cuando era niña solía llevarme al Hospital de Niños (Ricardo Gutiérrez). Yo veía los consultorios, los médicos, las diferentes personas en los pasillos; a veces era yo la paciente. Ahí, yo era la hija de la Doctora.
Aunque no me gustaba que su trabajo la aleje tantas horas de casa, fui empezando a querer esos ámbitos, esa gente…
Algo de esos recorridos me fue marcando, tomando. Pasada la adolescencia me di cuenta: no me eran ajenos, ya no eran solo de mami.
Comencé a registrar que mi mama era “la Dra. Coriat”, que me interesaba su trabajo, los ejes que guiaban su accionar profesional. Y comencé a aprender.
La Dra. Coriat me trasmitió su ética, su respeto por los pacientes, por el sufrimiento. Su forma de situarse en plural en sus escritos, me lleva a decir que “nos” transmitió y “nos” apropiamos.
…Que sus preguntas la orientaban en una búsqueda permanente; en una necesidad de trabajar con otros, de someter el pensamiento al desafío permanente de la interpelación.
…Que la observación de los niños en sus producciones, en sus despliegues singulares, es fundamental para aprender, comprender y profundizar.
…Lo importante de detenerse ante los detalles que nos orientan frente a un bebé: su mirada, su escucha, su tono muscular, su postura, su gestualidad de agrado o desagrado, de aceptación o rechazo. Su forma singular de comunicación.
…Que, para situar la diferencia, el único parámetro en el desarrollo es la “normalidad” con su variación casi infinita.
…Que en el armado humano, descubrir las reglas generales es importante; pero en la clínica, nunca, nunca están por encima de la singularidad del paciente.
…El interés por el descubrimiento de lo que afecta a cada paciente; que el diagnóstico no habla del niño sino de lo que éste comparte con otros (en su organismo, en sus conductas) frente a los ojos del observador, quedando así, el diagnóstico, como punto de partida para favorecer una dirección en la cura.
Nos transmitió su respeto y búsqueda de aquello que va más allá o más acá del organismo armando al ser humano, tanto en niveles observables como inasibles. El estudio del psicoanálisis, de la psicología genética y otras disciplinas que nos permitieran vislumbrar los diferentes elementos que se fusionan en la constitución de alguien “singular”.
Más de hecho que de palabra, aprendí de ella a escuchar a cada uno en lo suyo —colegas, alumnos, padres de pacientes— descubriendo el valor del intercambio en el diálogo.
…Así como también, la toma de posición: desde dónde situarse para poder mirar, escuchar, pensar, discutir, sostener.
Releyendo el libro, vuelvo a encontrar estos ejes de su trasmisión, algo de la trama básica en la que podemos apoyarnos para construir una mirada frente a los bebés.
Agradezco a Silvia Coriat por habernos impulsado (tironeado, arrastrado…) a realizar este trabajo de reproducción del “libro virtual”.
Brindarme la posibilidad de recorrer nuevamente estas páginas, en la responsabilidad de producir las fotos semejantes a las originales faltantes.
Fue extraño, apasionante, la búsqueda de bebés, sostener y esperar que ellos realicen las posturas necesarias para las imágenes. Cada uno, a su manera, nos confirmaba nuevamente la universalidad del desarrollo.
Haydée Coriat, abril de 2017.